martes, 29 de marzo de 2011

Nicolás. Capítulo II. De las Estrellas que se quedaron en el techo.


En plena madrugada Nicolás y Grethel tomaron el auto rumbo al bosque que quedaba a un par de horas de la Ciudad, llevaron consigo papitas y una botella de vino tinto, por hacer la maleta no se preocuparon, fue una salida sin planes, sin agenda.

-Te lo dije, debimos haberlo planeado bien, no me traje toallas.

-Para que quieres toallas si ni siquiera hay baño.

-No, no, no lo recordaba. Ya no estoy para esos trotes, eso era en mi juventud, vámonos a otro lado al fin y ya perdí el día. Yo no quiero estar batallando.

-Y yo lo que quiero es cogerte toda la noche.

-Nicolás! ¿Qué te pasa?

-Jajaja, perdón pero esos jeans a la cadera y tu blusa de rayas me transforman, no sé, tal vez también ese corte nuevo que te has hecho. Anda, a 15 minutos está “El Eden” . ¿Te acuerdas? No es muy lujoso pero igual y tienen toallas.

-Si, tienen toallas y el canal porno a todo volumen en todas las habitaciones, sin pasar por alto que tal vez anden por ahí nadando en las cobijas una gonorrea con la hepatitis. Y luego eso de que tengan estrellitas brillantes en el techo siempre se me ha hecho de lo mas naco… digo ¿Es un motel o un cuarto de niña?

-¿En cual me meto?

-En el numero 7, no me gustan las esquinas, dile que no usamos condones porque la última vez en pleno orgasmo nos llamaron para decirnos que estaban en el cajón. Siempre termino haciendo lo que quieres, lo que no entiendo es que siempre termina gustándome. ¿Trajiste el sacacorchos?

-No, pero traigo una pluma con dibujos de vacas. Nunca dudes del poder de una pluma, y mas si tiene dibujitos. Con eso la hacemos para abrir la botella.

-Siempre se te rompe el corcho.

-¿Qué te pasa, apuesto que nadie a abierto una botella con una pluma sin que se le haga pedazos el corcho, no pasa nada, ya tienes algo mas que contar.

-Uy si, “fíjate Juanita que fuimos a un motel de segunda y nos tomamos una botella con pedazos de corcho”. Que rico… ¿de dónde es? Tiene notas como de nuez con frambuesa, soy capaz de acabármela aunque corte el efecto de mis pastillas. ¿Trajimos otra?

-No, yo solo quiero una copa, tómale con confianza, es chileno, Merlot, del 2002. Estoy nervioso, siento que será especial, como si nos hubiéramos deseado por años pero nunca tocado. Ni siquiera sé cómo empezar.

Nicolás le da un beso a Grethel, hacia tal vez 2 años que no le daba uno, uno de esos que suspenden el tiempo, de esos que fungen como cámara, “ fotografiando” con los 5 sentidos: fotografiando un sabor a agua de coco muy sutil; fotografiando un olor a crema con durazno y fresas, a vino tinto y papitas de jamón serrano; fotografiando unos labios separados 3 milímetros el uno del otro, unos ojos cerrados por la excitación y abiertos a lo desconocido; fotografiando con los dedos sus caderas prominentes y aterciopeladas; fotografiando el silencio en los oídos y en la boca, un silencio que solo perdonaba sus bocanadas de aire… era justo ahí cuando el tiempo comenzaba a correr de nuevo. .. y se detenía en un instante solo para retratar fotos tan buenas como las anteriores, recorrió cada centímetro de la piel, recordando que el cuerpo tiene corvas, nudillos, codos, hombros y muslos, uniendo los 5 lunares de la espalda de Grethel con los dedos.

Grethel estaba inmutada, solo aterrizaba cuando el temblor se convertía en escalofrío y la bajaba del cielo un par de segundos y luego iba de nuevo mas alto, queriéndose salir del techo, del mundo, del universo, justo ahí explotaban y con los minutos le daban tiempo a el cerebro de articular palabras incoherentes, cuando formaban enunciados emprendían el viaje de nuevo. Así pasaron 9 horas, cuando ya ni siquiera el cuerpo pudo articular.

Despertaron con un sentimiento de haber hecho lo peor del mundo, algo tan malo que querían repetirlo cual asesino serial el día después de su primer víctima, no dijeron nada, se subieron al automóvil y manejaron 1 hora sin decir una palabra.

-¡Cuidado!

Un tráiler se atravesó haciendo que Nicolás girara bruscamente a la izquierda, encajándose una varilla en el pulmón derecho.

-¡Nicolás!, ¡Nicolás!, despierta, despierta por favor, respira, aguanta, aun nos falta camino para llegar al bosque, ¿No recuerdas?

-Si, ¿Por qué lloras? ¿Apoco estuvo feo el choque? Yo me siento como nuevo, ¿tu estas bien?

-Aguanta un poco, háblame, ya viene la ambulancia, háblame, háblame por favor.

-¿Qué estás sorda? ¿Ambulancia para qué? Mejor llama a la grúa que no creo poder mover el coche, dame el celular. Chingado que me des el celular, deja de llorar.

Nicolás trata de quitarle el celular, atravesándolo como si fuera de humo. Ahí se entera de que está muerto.

-Grethel, chingado contesta. ¡Tócame! Dime que estoy vivo, escúchame, déjame sentirte, quiero detener el tiempo otra vez, una vez más, anoche no te dije que te amo y jamás lo sentí tanto, jamás sentí algo hasta anoche, jamás sentí…. Jamás. No pueden quitarme eso de la noche a la mañana. No pueden quitarme eso, no van a quitármelo.

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